El Alma del Espacio: ¿Qué es un lugar Sagrado? y Cómo Crearlo

La palabra sagrado siempre se ha relacionado a la sacralidad de las religiones predominantes en el mundo. Lo más maravilloso es que su origen no tiene que ver con ninguna asociación a grupos de adoración religiosa. Es muy curioso y a la vez hermoso ver que su etimología no te lleva a ningún culto monoteísta sino a la reconexión con tu esencia más profunda. Sacro viene de la palabra “Sacer” «separado de lo común, puesto aparte, inviolable” por lo tanto es separar, consagrar una experiencia. Indiferente de si es a un único Dios, a múltiples divinidades, el universo, la conciencia, el silencio mismo, o una expansión de ti mismo.

Separado de lo común, puesto aparte, inviolable. Cuando separas algo de lo cotidiano, quieres demostrar que ese algo que separas es diferente para ti, y por alguna razón lo pones en un pedestal, o en un recipiente elaborado, no común. En algunos casos lo enmarcas, lo grabas o lo recuerdas, por lo tanto algo sagrado es algo que es muy especial para ti.

En el momento en el que el hombre se considera el centro de la creación se rompe este ritmo sagrado. Porque rompe con el diálogo e interacción con los demás elementos. No necesitas de una religión para disfrutar del amanecer o del atardecer, para sentirte agradecido por caminar con los pies descalzos en el césped o en la playa. Por la paz que tienes al contemplar un paisaje y simplemente ser parte de él, sin la necesidad de ser el protagonista al que todos le rinden pleitesía.

Vivimos en refugios, pero anhelamos santuarios.
¿Cuál es la diferencia? La diferencia es la sacralidad.

La sacralidad está ligada a la actitud que tengo desde que abro los ojos al despertar y mantengo durante todo el día en cada acto de presencia en el que desarrollo mis actividades.

Pero la gran pregunta es ¿Pueden los espacios domésticos (tu casa) o urbanos brindarnos la oportunidad de vivir en esta actitud de presencia, de nutrirnos?

Para unos pocos la respuesta puede ser si, pero para el común de la sociedad la respuesta es no. En las grandes ciudades habitamos pequeños cubículos diseñados de manera estándar para cumplir un mínimo de necesidades básicas. Las llamo básicas porque solo cumplen los requerimientos de ciertos aspectos fisiológicos del cuerpo humano. Brindar cobijo a la hora de dormir, llevar a cabo acciones que son necesarias y básicas para el ser humano, descansar, dormir, comer etc.

Pero qué hay de estas acciones que van ligadas al reino de los sentidos, las emociones que son un aspecto esencial para un bienestar mental. La desconexión que experimentamos hoy en día está ligada al ritmo de vida de las sociedades industrializadas en las que vive el hombre moderno. Esa sed de saciarnos de información y de artilugios para adaptarnos a este ritmo de crecimiento, no nos dejan parar y encontrar silencio. Silencio mental, emocional y físico. Así debería ser el ritmo natural del ser humano. Un momento en donde no pasa nada y simplemente “Eres”.

Los 4 Pilares del Espacio Sagrado

1: El Lienzo Sereno en donde plasmas la realidad que tu quieres:

Un espacio sagrado no impone una emoción, sino que crea la calma necesaria para que tus propias emociones y anhelos puedan manifestarse.

Todas las culturas tradicionales han construido espacios sagrados en los que se experimentaba un alto grado de conexión. Los espacios sagrados nutren a quienes lo ocupan. Los amantes de la naturaleza disfrutan de una trascendente conexión con ella. Las tradiciones paganas explican este misterio como sagrado, como una comunión con la naturaleza.

Emociones y sensaciones son los pinceles que pintan nuestra realidad.

Los diseños modernos y excesivamente minimalista. Llevan a experimentar el espacio que te rodea con miedo, a sentirte pequeño, inmovilizado o asombrado y así llevarte al bloqueo. El bloqueo es un sentimiento muy similar al estrés ya que te prepara para escapar o defenderse.

Esto ocurre en los espacios públicos de las grandes ciudades, los centros comerciales, supermercados, museos etc, implementan flujos que nos conducen (y no digo que sea ilógico e innecesario), y que los interpretamos, guardamos como parte de nuestro patrón de comportamiento.

Sí estás constantemente expuesto a este tipo de diseños, estás condicionando tu cerebro a ciertas maneras de actuar. Sí estos patrones se trasladan a tu hogar, te condiciona completamente.
Por lo tanto el espacio que te proporciona ese remanso de paz, esa cueva en la que desconectas y te nutres para recargar tu mente y tu alma, es el espacio sagrado que te permite ser. Y desde ese centro puedes pintar la realidad que quieras.

2: El Espacio que evoca libertad.

«La perfección se alcanza no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar.» Antoine de Saint-Exupéry.

De la misma manera en que las estructuras fisiológicas de los seres humanos son casi idénticas, cuando nos referimos a huesos, músculos, órganos, piel etc. Pero aun así cada ser humano es diferente, en su manera de ser y de pensar. Las viviendas deben ser ese espacio que te deja manifestar lo esencial en ti: la claridad mental, el movimiento fluido, la respiración profunda. Es un diseño que libera, no que restringe.

No se trata de reducir y llevar al minimalismo por estética, sino de eliminar lo superfluo para dar espacio a lo esencial en ti, tu identidad, expresar tu esencia única. En donde hay una neutralidad emocional, en donde no te condicionan con formas y estructuras estandarizadas. Por lo tanto eres libre, porque no existen esas barreras que te limitan. Eres libre por que puedes ser tú mismo. Porque te lees en cada rincón de tu espacio.


3: La Conexión Sensorial y el contacto con la naturaleza.

«Los edificios que amo le dicen al cuerpo: ‘Me siento bien en ti’. Es una sensación de ser acogido, de ser abrazado.»  Peter Zumthor.

Sentidos y percepción la clave para entender al ser humano.
Percibimos los edificios emocionalmente a través de los sentidos. El color, la forma, las texturas, el olor son elementos con los que nos comunicamos con el entorno. Un espacio sagrado provee esta diseñado para proporcionar la variedad de elementos que te generan bienestar.

Un espacio sagrado se experimenta con todo el cuerpo, no solo con los ojos. Es la textura de la madera bajo los pies descalzos, la forma en que la luz del atardecer acaricia una pared, el silencio que permite escuchar tu propia respiración. La pequeña historia que cuentan los rayos de sol que se cuelan por la ventana al amanecer. Poder sentir el espacio en el que vivimos. Sus materiales, sus formas, colores, olores y sonidos es como nos comunicamos con ellos. Y es en los materiales naturales en donde encontramos esa conexión. Alejados del mundo de lo plástico y sintético que rompen los flujos de energías.

La naturaleza una vez más es esa pieza de código que nos ayuda a unir el rompecabezas del bienestar personal. La naturaleza viva nos nutre, nos sana. 


4: El Reflejo del Alma, tu huella personal y genética.

«La puerta se abre, pero no sólo para entrar, sino para que el alma se expanda.» Gaston Bachelard.

Ese lugar sagrado, el espacio que cuenta tu historia sin palabras. Un lugar que resuena con tu memoria, tus arquetipos y tu esencia más profunda. No sigue tendencias, sigue tu verdad interior. Es el nido del alma.

Lo que sucede es que en la mayoría de los casos debido a la gran desconexión que sufre el hombre moderno, ni siquiera pueden reconocer cuál es su historia, cuál es esa esencia más profunda. Y como atrapado en una cárcel de formas, colores e incluso olores de patrones impuestos te vas alejando cada vez de ti mismo.

Se requiere de un diálogo sutil que pueda percibir tu naturaleza personal y genética. Para que tu huella pueda impregnar cada rincón de tu hogar.

El Despertar de la Percepción y mi rol como guía.

«El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos.»  Marcel Proust.

Todos estos pilares se activaran a través de un cambio de percepción. Aquí es donde entra a jugar un papel importante que implementes la sacralidad como actitud. Es un cambio de visión en donde las formas diseñadas y tu manera de ser empiezan a resonar. Se convierten en un diálogo cargado de coherencia.

Mi trabajo no es solo diseñar el espacio y armonizar las energías, sino enseñarte a «verlo» y a «vivirlo» de una manera nueva. Es una co-creación. En donde te llevo a unir tu esencia y la esencia de tu hogar. 


Las Raíces de la Sabiduría

Esta necesidad que sientes no es nueva. Es la sabiduría más antigua de la humanidad, desde los druidas que veneraban un claro en el bosque hasta los romanos que respetaban el genius loci. Hoy, la ciencia y el arte del diseño nos permiten recuperar esta sabiduría perdida”.
En las antiguas tradiciones indígenas o paganas, más específico el culto a divinidades y como la mayoría de ellas rendían culto a elementos de la naturaleza, ¿por qué? Por su gran importancia, su grandeza, su poder y significado.

El Sol por ejemplo ha sido adorado durante milenios por los seres humanos, pero ¿podríamos vivir sin el Sol? El Sol es el sustento de toda la vida en el planeta, gracias a él vivimos y es precisamente ese, el valor y la importancia que los antiguos hombre y mujeres manifestaron al sol, al considerarlo como un Ser que debía ser adorado, honrado. Lo mismo ocurría con el agua, el fuego, el viento, la mismísima tierra. Honrados, respetados y recordados como seres de gran poder que sostenían, sostienen y sostendrán la vida en la tierra.

Las culturas paganas guardaban esta sacralidad, por los elementos de la naturaleza, por los alimentos que ingerían, agradecían al sol, al agua, a la tierra por que? Pues por que sin ellos no tendríamos el alimento que nos da sustento. Sin ellos no podrían construir viviendas, sanar cuando enfermaban. Lo mismo se ve en las culturas indígenas que aun se mantienen vivas, en donde los actos de sus vidas son entregados a un ritmo cósmico natural, en el que ellos son una pieza más dentro de este engranaje.

Artículo escrito por 

Natalia Botero

(Doctora en Arquitectura)