Redescubriendo lo Sacro: Hacia un espacio sagrado y consciente, que va más allá de la religión.

La «sacralidad» en el siglo XXI es sinónimo de conexión, intención, presencia, unión y alineación al ritmo armonioso del cosmos. No es algo religioso sino una necesidad humana fundamental para combatir el vacío de la sociedad y del hombre moderno.
El hambre del hombre moderno.
El humano moderno vive en un mundo mental, en donde sus creaciones están completamente desconectadas de la realidad, de la naturaleza, del aquí y ahora, de su esencia primordial.
Vive en un mundo ilusorio en donde reinan las experiencias del pasado y las proyecciones hacia el futuro. Esta total desconexión es la base de los males modernos, la sensación de vacío (a pesar de vivir en la abundancia), el estrés crónico y toda la series de desequilibrios mentales (por ende emocionales) a los que el hombre moderno se enfrenta son precisamente lo que le aleja más y más de su verdadera naturaleza.
¿Y si la cura no estuviera «ahí fuera», sino «aquí dentro», en el espacio que habitamos cada día? Más aún en tu propio Ser en la cueva secreta de tu corazón.
La Sacralidad no es religión ¿Qué es “Sagrado”?
Aunque lo sagrado siempre ha estado relacionado a lo religioso o espiritual, es muy curioso y a la vez hermoso ver que su etimología no te lleva a ningún culto monoteísta sino a la reconección contigo mismo. Sacro viene de la palabra “Sacer” y su significado raíz no tiene que ver con «Dios», sino «separado de lo común, puesto aparte, inviolable” por lo tanto es separar, consagrar una experiencia.
Mientras que por otra parte religión viene del latin “Religio” y aunque su etimología es debatida tiene dos posibles raíces religare «volver a atar, religar», implicando un vínculo entre el hombre y Dios a través de un pacto o dogma. O “relegere” «releer, recogerse», implicando una observancia escrupulosa de ritos. En ambos casos, describe un sistema, una estructura, un conjunto de prácticas para atarte a un sistema.
Por lo tanto me permito liberar la palabra sagrado de lo religioso y aquí es donde podemos devolverle su valor primordial encontrando sus raíces en tradiciones dhármicas del hinduismo (Sanatana Dharma) y en tradiciones paganas tanto en Europa como en las Américas.
El Alma del lugar: Escuchando el Genius Loci.
Durante milenios los seres humanos han tratado de conectar con una realidad más sagrada a través de la arquitectura. 10.000 AEC, la cultura India en uno de sus muchos textos sagrados el “Vastu Shastra” ya hablaba de como crear espacios que buscarán elevar al hombre a su más profunda realidad.
Sin ir tan lejos, las tradiciones paganas europeas como la Celta con sus dólmenes, sus menhires, sus círculos de piedra como lo vemos en Stonehenge. No son “iglesias», son marcadores astronómicos, puntos de acupuntura en la tierra, lugares donde la energía del cielo y la tierra se encuentran. Son pura arquitectura sagrada sin la imposición del dogma religioso.
En la tradición nórdica lo vemos en el concepto del Yggdrasil, el árbol del mundo que conecta todos los reinos. Es una metáfora cosmológica poderosa para entender la conexión entre el «abajo» (las raíces, los cimientos), el «medio» (el tronco, el espacio habitable) y el «arriba» (las ramas, el cielo, la inspiración).
El Genius Loci este concepto romano que hace referencia al «espíritu guardián de un lugar». En la tradición eslava el domovik o domovoi, espíritu protector del hogar. Lo vemos igualmente en el Hinduismo (Sanatana Dharma) como yakshas, y este mismo concepto lo vemos también en las tradiciones paganas alrededor del mundo. La idea de que un alma o espíritu, rige y protege zonas, poblados, hogares, grupos de animales y plantas; que la divinidad está en el aire, en el fuego en el agua, te permite sacralizar las creaciones de la tierra, tu vida entera se vuelve sagrada. Concepto completamente contrario al monoteísta en el que solo un único dios es sagrado.
Cada lugar tiene su propia esencia, su carácter único. Un buen arquitecto no impone una estructura desalmada sobre un lugar, sino que dialoga con su genius loci, lo escucha y le da una forma construida. Esto se contrapone a una arquitectura genérica, estandarizada y desconectada de los valores primordiales del ser humano.
Construyendo el templo: Los principios del diseño Sagrado.
Los Arquitectos y filósofos del pasado construían, entendían la realidad y creaban siguiendo estas reglas naturales cargadas de coherencia, ritmo y sacralidad; llevando al ser humano a conectar con algo que iba más allá de la experiencia cotidiana y sobre todo tratando de elevar al ser humano. Invitándole a través del espacio construido a encontrar ese silencio transcendental que lo une a lo divino (el cosmos).
Desde la divina proporción (sección áurea) de la geometría pitagórica, donde se entremezclan las reglas matemáticas con la naturaleza mística y esotérica. Pasando por “el vivir un espacio coherente, vivo y profundamente humano” de C. Alexander, el orden y la luz de Kahn, a la creación de una experiencia sensorial que nos ancla en el presente de Pallasmaa y Zumthor (por citar unos pocos). Nos demuestra que los seres humanos siempre hemos estado anhelando esa unión con lo divino, buscando esa sacralidad en las formas que nos rodean.
Tu Hogar, Tu Centro del Mundo.
A través del diseño consciente, cualquier espacio puede convertirse en ese “eje central», ese punto de anclaje sagrado en medio del caos del mundo profano, esa «hierofanía» de Eliade. Te invito a ver tu propio hogar no solo como un mero refugio, sino como una herramienta activa para esa transformación personal. Sacralizando no solo el espacio que habitas sino también tu vida misma. Reconociendo que eres parte de un ritmo universal que pulsa y vibra en armonía con todo y todos.
Artículo escrito por
Natalia Botero
Doctora en Arquitectura
